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El día que descubrí que soy ama de casa


Si consideramos los parámetros estándares de la economía, yo calificaría como no productiva, no ocupada, y económicamente inactiva. Además, soy totalmente dependiente económicamente de mi pareja hombre. Esta nueva realidad me golpeó hace unas semanas cuando estaba realizando el trámite para ser agregada al seguro médico de mi pareja. La persona del seguro me preguntó cuál era mi ocupación.
¿Ocupación?, ¿Técnicamente en que ocupo mi tiempo? Pues mil cosas.
¿Ocupación en relación a un trabajo remunerado? Pues no, nada.
Ah, me dice el señor. Entonces eres ama de casa.
¿Felicidades?

Pues así es, a mis 29 años a pesar de tener una maestría, hablar tres idiomas y dominar muchas otras habilidades que consideramos útiles en esta sociedad; soy simplemente ‘ama de casa’. Cumplo con el rol tradicional de género de una mujer y estoy dentro del modelo estereotípico de una familia patriarcal.
La etiqueta de ‘ama de casa’ ha sido impuesta sobre mí, yo no lo decidí.  Esta nueva situación ‘laboral’ me ha hecho cuestionar muchas cosas…
  • Sobre el trabajo:
Si definimos trabajo dentro del modelo económico en el que vivimos, nos referimos únicamente a trabajo productivo remunerado: las personas que trabajan fuera de su casa por un ingreso. Entiendo que este modelo excluye a muchas personas, principalmente mujeres, que trabajan dentro de la casa en el trabajo reproductivo no remunerado; labores domesticas, labores de cuidado de las y los hijos, las personas enfermas, las personas mayores.
En México, se calcula que el trabajo no remunerado, realizado principalmente por mujeres, representa 15% del Producto Interno Bruto (PIB). También entiendo que la mayoría de las personas trabajan dentro y fuera de la casa. De hecho, las mujeres trabajan más horas que los hombres en todos los países, porque no se comparten equitativamente las labores domésticas y de cuidado. 
En mi caso particular, no tengo en este momento un trabajo productivo remunerado – no trabajo “fuera de la casa”. Lo que implicó que el señor del seguro me calificara como ‘ama de casa’. Considero que este término de ‘ama de casa’ es muy problemático porque desvaloriza todo el trabajo que se realiza dentro de la casa. También es problemático porque es un término feminizado. Si yo fuera hombre, dudo que el señor me calificara como ‘amo de casa’. Simplemente, me calificaría como ‘desempleado’. Pero yo, como mujer, no puedo ser simplemente desempleada, porque si tengo que ‘cumplir’ un rol dentro de la casa.
Por otro lado, tampoco estoy realizando trabajo reproductivo- dentro de la casa. Por lo menos, no mucho más que cuando si tenía un ‘trabajo’. Como otras personas de mi clase social, le pago a otra persona, una mujer, para realizar las labores domésticas principales. Y no soy mamá, no realizo labores de cuidado.
Entonces quedo en conflicto con esta definición de trabajo. Porque yo considero que si estoy trabajando, si soy productiva, y si estoy ocupada. En  mi caso, estoy involucrada en varias iniciativas de forma voluntaria que ocupan mi tiempo como si fuera un trabajo normal. Pero como no percibo un ingreso, no encajo en ninguna de las casillas tradicionales de trabajo, por lo que simplemente soy ‘ama de casa’. Para mí esa etiqueta tiene un peso muy grande, porque implica que mi lugar es en la casa. Ya no tengo un lugar en el espacio público.
  • Sobre mi privilegio:
Yo tomé la decisión de salir de mi trabajo hace unos meses. Fue una decisión personal simplemente porque quería un cambio en mi vida laboral. Tomé la decisión sin tener otra oferta de trabajo y sabiendo que no iba a afectar mayormente mi nivel de vida.
Por mi privilegio de clase pude tomar esta decisión. La mayoría de las personas no pueden. Necesitan el ingreso para mantenerse y mantener a sus familias, para sobrevivir. Tienen que seguir trabajando aún en situaciones laborales complicadas hasta discriminatorias, de largas horas y bajos ingresos, incluso en situaciones violatorias de sus derechos humanos.
Pero por mi privilegio, busco una carrera laboral gratificante, enriquecedora, hasta emancipadora. Reconozco que tengo el privilegio de escoger un trabajo donde sus recompensas principales no sean materiales. Creo que muchas mujeres de clase media y alta no reconocen que para la mayoría de las mujeres, muchas jefas de familia, el objetivo de su trabajo es principalmente económico. Y no son muchos los trabajos que tienen los dos, tampoco son accesibles para muchas personas.
Cuando se replican los discursos de: “Haz lo que amas. Ama lo que haces”, o los lineamentos de la CEO de Facebook, Sheryl Sandberg, en su bestseller “Lean In”, o el mensaje de “las mujeres lo podemos tener todo”; sin diferenciar entre las realidades que viven la mayoría de las mujeres, se reproducen las barreras de clase con base a las decisiones laborales de las mujeres.
  • Sobre la relación con mi pareja:
Pude tomar esta decisión laboral, no porque cuento con ahorros significantes, pero porque cuento con los ingresos de mi pareja. También esto es una referencia al privilegio de clase; si el ingreso de mi pareja no alcanzara para mantener a los dos, la situación cambia totalmente.
Me considero una persona autónoma e independiente. Sin embargo, la verdad es que en este momento de mi vida, técnicamente no soy independiente. Soy una mujer dependiente económicamente de mi pareja hombre.
Este punto me causa mucho conflicto porque entiendo cómo la falta de seguridad económica, la falta de acceso a mis propios recursos, puede conducir a una relación desigual de pareja. Por ejemplo, mujeres que dependen económicamente de sus parejas y viven en situaciones de violencia domestica tienen a veces una decisión muy dura. Seguir años o el resto de sus vidas en una situación de violencia que puede escalar hasta poner sus vidas en peligro, pero tener cierta estabilidad económica. O abandonar su pareja, incluyendo abandonar su seguridad económica y posiblemente no tener las posibilidades de percibir un ingreso para cubrir sus necesidades básicas.  Esta dinámica se complica mucho más si se tienen hijos o hijas.
Sin embargo, no tiene que existir violencia física, para que la dependencia económica se traduzca a la violencia económica. Esto puede pasar cuando una persona controla el acceso de su pareja a los recursos económicos; desde impedir que su pareja trabaje, controlar su acceso a las cuentas bancarias o las tarjetas de crédito, controlar los gastos de la despensa. Por ejemplo, en las decisiones económicas grandes, ¿quién de los dos tiene más peso en la decisión…en el momento de irse de vacaciones, comprar un carro, o hasta una propiedad? La falta de independencia económica o hasta desigualdades en los ingresos implica muchas veces que las mujeres no tienen el mismo peso para negociar en igualdad las decisiones de la pareja.
Lo que he concluido es que para mí, en mi relación de pareja, no es así. Sólo porque mi trabajo no es remunerado económicamente, no quiere decir que tengo menos acceso a los recursos económicos de mi pareja. Suena cliché quizás, pero no son sus ingresos, son los ingresos de los dos, independiente del nombre en la nomina. Esto implica que estoy activamente involucrada en las finanzas de nuestra relación. Sinceramente, me ha costado mucho trabajo, no es algo que me viene fácil o disfruto necesariamente.
Tenemos conversaciones frecuentes, abiertas y francas sobre nuestra situación financiera, nuestros ahorros, nuestras metas a futuro.  Reconozco la importancia de conocer y ser activa en estas decisiones aunque lucho contra las horas frente de un Excel! No tomé la decisión de salir de mi trabajo en un vacio, se consideró cuidadosamente las implicaciones financieras en nuestras vidas. Y posiblemente en algún momento en el futuro, los roles se inviertan. Pero también reconozco la vulnerabilidad que tengo en esta posición si en algún momento por cualquier razón no estoy con mi pareja. 
  • Sobre las decisiones de otras mujeres:
Las personas me preguntan ¿Y qué haces ahora?, ¿A qué te dedicas? Mi respuesta se enmarca dentro de la justificación que todavía soy productiva, todavía ‘contribuyo a la sociedad’, aunque no tenga un trabajo remunerado. Y además con el argumento que próximamente si tendré un ingreso por mi trabajo. ¿Pero por qué necesito esta justificación?, ¿Acaso si no soy ‘productiva’ tengo menos valor?
Es una visión capitalista de asignar un valor a una persona en relación a su productividad o su nivel de ingreso, y consecuentemente de su capacidad de comprar bienes y servicios en el mercado. Este marco capitalista tiene fuertes implicaciones de género, las mujeres tienen menos valor en la economía. Por ejemplo lo observamos en como el trabajo reproductivo no remunerado (labores domesticas y de cuidado) que recae principalmente en las mujeres, queda invisibilizado en la sociedad, no tiene un valor. También observamos que las mujeres ganan el 10 al 30% menos que los hombres. 
Reconozco el porque yo justifico mi tiempo en base a mi productividad laboral (remunerada o no).
¿Y si no?
Las mujeres que deciden no trabajar fuera de la casa, no tener aspiraciones laborales, y al contrario, se dedican tiempo completo a ser mamás, ¿tienen menos valor en la sociedad? En mi opinión, obviamente que no, tienen un valor muy importante. Aquí hay tres puntos relevantes: Uno es reconocer que la maternidad debe ser una decisión. El segundo es que decidir dedicarse completamente a sus hijos o hijas también debe ser una decisión (dependiente también del privilegio de la persona). El tercero es reconocer que en muchos casos efectivamente no es una decisión, al contrario son circunstancias impuestas sobre las mujeres. El trabajo del cuidado, como afirmarán mamás y papás es mucho mucho trabajo.
Pero la decisión de dejar el trabajo para cuidar a las y los hijos no tiene que ser permanente. Ahí observamos muchos obstáculos que tienen las mujeres para reingresar a sus carreras profesionales; desde la falta de oportunidades laborales, la diferencia en ingresos, (mujeres que trabajan sin hijo/as ganan 7% menos que los hombres, pero las mujeres con  hijo/as ganan 23% menos), y la falta de ascensos en el trabajo (una mamá es 50% menos probable de ser promovida que una mujer sin hijo/as).
¿Y qué opinan de las mujeres que deciden no tener un trabajo remunerado pero tampoco se dedican al trabajo reproductivo (las labores domésticas o de cuidado)?, ¿Cuál es el valor de las mujeres en la sociedad que ‘se dedican a nada’, las que ‘están desperdiciando su experiencia o sus conocimientos’, las que sólo son ‘amas de casa’ pero le pagan a otra persona para hacer todo el trabajo domestico?, ¿Sus decisiones también son validas?,
¿No estamos entonces juzgando a estas mujeres dentro de los mismos parámetros del sistema capitalista donde si uno no ‘produce’ su valor es menos?
Se discute mucho ahora en los movimientos feministas que la igualdad significa que las mujeres tienen el poder de decidir;  trabajar fuera de la casa, trabajar dentro de la casa, o las dos. Pero si lo analizamos a fondo, esta discusión sobre la validez de las decisiones de las mujeres sigue enmarcada dentro del argumento que el valor de una persona se asocia a su productividad, a su trabajo.
  • Sobre mis decisiones:
Ya no quiero defender o justificar mis decisiones.
Comparto mis reflexiones personales en relación a mi decisión y situación laboral para poner sobre la mesa no conclusiones, más bien preguntas sobre mujeres, sus decisiones y el trabajo.

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